Bien decía Benjamin Franklin: “En este mundo nada puede darse por seguro, excepto la muerte y los impuestos”. Con el Gobierno Petro, la premisa de Franklin se llevó al extremo. El Presidente presentará otra reforma tributaria, una decisión alarmante, considerando el crecimiento económico de apenas un 0,6% del año pasado. Exceptuando la pandemia, la economía tuvo el peor resultado del siglo XXI.
La nueva tributaria se suma a una sobrecargada agenda legislativa, generando más inquietudes justo cuando la inversión se desplomó un 25%. La ausencia de inversión refleja falta de confianza, y otra tributaria no ayudará.

Para rematar, el anuncio del ministro Bonilla vino acompañado de otro proyecto de ley que incrementaría el techo de la deuda del Gobierno en más de $60 billones. Este monto equivale a tres reformas tributarias de 2022. El Gobierno ha probado ser ineficiente en la ejecución de recursos, y es la primera vez que dispone de tantos. Vale la pena preguntarse si podrán ejecutar más. Es un mal síntoma que, en enero de este año, la ejecución fuera la más baja en ocho años ¿Será torpeza o un despiadado cálculo para retener recursos hasta el año preelectoral?

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