En 1998, por primera vez, se habló de vender la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá -ETB-. Hoy, 21 años después, se sigue hablando del mismo tema. Luego en la época en que Mockus era alcalde, se decidió democratizar el 10% y, en ese momento, estuve de acuerdo con la transacción, pero pasadas dos décadas desde que se abrió su primera discusión las cosas han cambiado sustancialmente. Hoy, las circunstancias me hacen pensar distinto y estoy convencido de que la decisión correcta es no vender la empresa.
En primer lugar, los ingresos para Bogotá no serían los esperados. Precisamente toda la incertidumbre que se generó con su venta hizo caer el precio de sus acciones y la empresa se desvalorizó a pesar de que su EBITDA creció. En segundo lugar, y quizá el argumento más importante, es que la ETB cuenta con unos activos valiosos que la ciudadanía no conoce y por tanto no sabe el tesoro que aloja esta empresa, que puede ser la joya de la corona de Bogotá.
La tecnología va a ser un aliado fundamental en el desarrollo de Bogotá en los próximos años y la ETB tiene con qué responder a estos cambios. Por eso no podemos tomar una decisión que nos haga perder esta oportunidad. Hace unos años, la ETB tomó la determinación estratégica a futuro y fue el desarrollo de una red de fibra óptica que remplazó gran parte de los viejos cables de cobre que nos conectaban. Eso permite la prestación de mejores servicios de banda ancha a los hogares y empresas en Bogotá. En 2018, un 63% de la ciudad estaba cubierto por esta red, con lo cual 1.3 millones de hogares tenían la posibilidad de usarla y 338 mil usuarios se encontraban ya conectados a la misma. Ahora el reto es lograr que en todas las localidades de la ciudad que ya están conectadas a dicha red se aumente el acceso y uso de la misma, en algunos casos gratuitamente si los servicios están asociados a educación, emprendimineto o entrenamiento.
Lo que sucede después de conectar un territorio es que la gente se apropia de la tecnología, en otros términos, empieza a usarla, a sacarle provecho y a acceder a millones de oportunidades que van desde la comunicación, el acceso a información y a la educación; para hacer trámites, participar, hacer negocios, emprender, hasta montar empresas digitales. Por eso, hoy la ETB viene jugando un papel fundamental al ser la herramienta que está creando nuevas oportunidades en los hogares de las distintas localidades de la capital. Las cifras hablan por sí solas: en los últimos tres años crecieron en clientes de tecnologías nuevas, por ejemplo, en fibra óptica pasaron de 108 mil a 338 mil y en servicios móviles de 390 mil a 486 mil.
Por lo anterior, sostengo que se convierte en la joya de la corona, porque el potencial de la infraestructura que la ETB montó en la ciudad se traduce en desarrollo para Bogotá. Gracias a esto se puede iniciar un verdadero proyecto de Bogotá como una ciudad inteligente que permita el envío y la recepción de datos, sobre la que se soporten miles de sensores, así como dispositivos, plataformas, aplicaciones. Además, permitirá conectar con la mejor tecnología 40 laboratorios de emprendimiento, dos por cada localidad, para el desarrollo de contenidos digitales, que es una de la industrias que más crece a diario en el país. Por ejemplo, gracias a la ETB dentro de poco se conectarán más de 4.000 cámaras (y debemos llegar a 10 mil) que harán un gran sistema de videovigilancia para el cuidado de la ciudadanía, y también se soportará la red de semáforos inteligentes con sensores totalmente interconectados. Todo esto aporta al fortalecimiento de la seguridad y de la movilidad, a través de un esquema articulado de vigilancia y control mucho más avanzado.
Apoyarse en la ETB es una gran decisión. La tecnología ya no es un lujo, sino una necesidad, y esto hace que sea obligación de la administración pública ponerla al servicio de la gente si quiere hacer ciudades más democráticas. El reto está en saber darle el valor que tiene para poder cambiar y hacer más fácil la vida de los bogotanos: fortalecer la empresa para aprovechar 5G, internet de las cosas, y claramente, lo principal, que la gente cada día tenga más velocidad en su internet. Así que, bienvenidos los socios estratégicos, pero la ETB es un activo de Bogotá y no se vende.