Bogotá, 18 de marzo de 2011
Estimados amigos practicantes de esgrima y Uniandinos:
Es para mi un completo honor atender la invitación que ustedes me hacen esta noche para comunicarles un corto mensaje a quienes practican este bello deporte. Este honor es mayor dado que no soy uniandino, sino rosarista, y que el único deporte que practico desde niño es el fútbol. En todos los sentidos de mi vida, soy experto en tapar goles. Goles contra los corruptos, pero al fin y al cabo goles.
Últimamente solo puedo pensar en la ciudad, mi obsesión. Por eso, cuando los organizadores de este acto me propusieron escribir unas palabras sobre el Esgrima, no tuve más opción que hacer un paralelismo entre lo que sueño para la ciudad y este arte.
Así, espero que para salir del hueco negro en que se encuentra la capital, necesitamos decisiones valientes, de brazo firme, como las que toman los tiradores cada vez que empuñan el florete, el sable o la espada. Seguridad, autocontrol, reflexión, determinación, firmeza, son virtudes que resultan de la disciplina de los esgrimistas, y dones necesarios que deben tener los gobernantes para devolverle la confianza a la ciudad.
En la nueva Bogotá, la que tendremos que construir después de que se acabe esta administración, debemos tener claro nuestro objetivo: debemos tocar la inseguridad, evitando ser atacados por ella. A pesar de que muchos de los hijos de ustedes son deportistas, ¿se sienten ustedes tranquilos cuando no saben dónde están? Estoy seguro de que no. Tal y como están las cosas yo no me sentiría tranquilo. Por eso tenemos que pensar en opciones como la Jornada Única escolar, que permita que niños y jóvenes de todos los estratos estén tiempo completo en los planteles educativos, alejados de las redes del pandillismo, las drogas y el microtràfico.
Y estos niños no necesariamente tienen que recibir una educación formal en las horas extras. Maestros capacitados en nuevas áreas los pueden formar en habilidades cognitivas que los preparen para los nuevos retos emocionales, laborales y para tener una vida más saludable. El Esgrima podría ser una de estas actividades.
Las deficiencias del deporte en Bogotá no solo tienen que ver con la falta de recursos. También con falta de tiempo e infraestructura. Mejorar la calidad de las ligas de nuestra ciudad, dignificando a los instructores, debe ser prioridad si queremos conectarnos con el mundo a través de la competencia.
No quiero pronunciar un gran discurso político. Este es otro contexto. Simplemente quería compartir con ustedes unas palabras sobre la importancia de que nuestra ciudad, nuestros jóvenes, nuestros hombres y mujeres aprendan del Esgrima. Firmeza, percepción, seguridad, capacidad de tocar a los males que nos aquejan. Serenidad y estética. Orden, disciplina y esfuerzo es lo que necesitamos. Y para lograrlo, promover deportes como el que ustedes practican es fundamental.
Muchas gracias
David Luna