El candidato presidencial advierte que aprovechar el potencial de la altillanura y el ‘nearshoring’ serían las claves para Colombia.

Una de las prioridades del próximo Presidente de la República será, sin duda, superar la crisis fiscal en la que se encuentra el país, para garantizar que el crecimiento económico regrese a niveles estables y que hagan de Colombia un mercado competitivo. Esto sin contar con la recuperación de la confianza inversionista y la creación de nuevas fuentes de ingresos para las arcas de la Nación.
 
Con el fin de conocer las propuestas de los candidatos que ya pusieron su nombre de cara a los comicios del 2026, Portafolio conversó con David Luna, quien advirtió que actualmente se está llevando al país a una crisis explícita, mientras se descuidan alternativas de crecimiento potencial, en frentes como el comercio y el desarrollo agroindustrial.
 

¿Cómo ve la economía?

Colombia atraviesa una situación de crisis. Están haciendo que se vuelva imposible que el Estado colombiano, por ejemplo, se endeude para financiar proyectos clave. El Comité Autónomo de la Regla Fiscal ya lo advirtió. No se cumplió la regla fiscal y los mercados ya lo castigaron y el déficit está fuera de control, así como el endeudamiento. Están gastando más de lo que tienen, creciendo menos, invirtiendo menos.

Pero eso sí, para política y para aceitar las bases están usando mucha plata, lo que es muy malo para el país. Yo le pongo un ejemplo: solo en vías está debiendo un billón de pesos en obligaciones, afectando la infraestructura. Otro ejemplo son los subsidios clave como la opción tarifaria, que fue una promesa de la campaña, la deuda del Ministerio de Energía a las comercializadoras o del Ministerio de Salud con muchas de las EPS.

¿Hay crisis?

Si el gobierno no financia la seguridad, no financia el sistema eléctrico, no financia la salud, no financia la infraestructura, ¿dónde está la plata? A mí sí me parece que es muy preocupante que tengamos en cuenta estos datos, mientras que no sabemos dónde está la plata. Sí hay plata para artistas, conciertos y para el entrenamiento de influenciadores. Ahí sí tienen recursos en el Gobierno.

Si Petro le da plata a un proyecto que se llama ‘pagar por no matar’, entonces la pregunta es ¿dónde está la priorización presupuestal? Y yo me atrevo a darle una teoría, yo creo que Petro quiere crear una crisis explícita, como ellos mismos en algún momento lo confesaron, para tomar medidas fuera de las instituciones y para imponer a la fuerza lo que no lograron por las vías democráticas. Yo creo que la situación es muy crítica y muchos o no se han dado cuenta u otros no quieren verlo.

¿Cómo lo haría?

Esto es pura innovación y nuevas ideas. El mundo avanza en la era tecnológica, y mientras sigamos enfrascados en debates ideológicos, no seremos competitivos. Es urgente transformar nuestra obsoleta política industrial, tecnificar el campo y apostar por productos de alto valor.

Pocos hablan de esto, pero es clave. Por ejemplo, Colombia tiene un gran potencial en la industria del cacao y la vainilla, pudiendo competir con países como Madagascar, que domina el 80% del mercado.

¿Qué regiones lo pueden hacer?

Más allá del discurso político o de seguir a líderes populares, mi visión agroindustrial se enfoca en el Llano como la gran apuesta de Colombia. Esta región cuenta con vastas extensiones de tierra, facilidades para construir infraestructura y condiciones climáticas favorables. Además, en un posible escenario de crisis alimentaria, el Llano nos brindaría una ventaja competitiva clave.

Otro punto crucial es la economía familiar. La gente no llega a fin de mes, y la solución no es solo aumentar el circulante, sino generar más empleo. Los colombianos quieren trabajos formales, bien remunerados y flexibles, acorde a sus habilidades. Para lograrlo, necesitamos inversión y reglas claras.

¿Y en materia internacional?

Acá podemos hablar del nearshoring, que es fundamental para atraer empresas que buscan relocalizar sus plantas y, al mismo tiempo, generar nuevos empleos. En este contexto, es clave hacer una apuesta decidida por la agroindustria tecnológica, y por eso insisto en el enorme potencial de la Altillanura. Colombia tiene la capacidad de convertirse en una potencia gracias a sus ventajas territoriales y su ubicación estratégica.

Sé que esto no hace parte directa de la pregunta, pero hay una reflexión histórica que considero clave. En los años 90, la política económica se basaba en la sensatez y el sentido común, tras la caída del muro de Berlín, la carrera armamentista y la Guerra Fría. Sin embargo, hoy estamos presenciando liderazgos políticos marcados por la irracionalidad, alejados de esos principios de estabilidad y pragmatismo.

¿Cómo reducir la informalidad?

El desempleo y la informalidad no se resuelven con eslóganes populistas, sino con crecimiento sostenido. Es fundamental simplificar los costos laborales sin afectar a los trabajadores, facilitando así la contratación juvenil y el impulso del emprendimiento. Además, el turismo seguro debe fortalecerse como generador de empleo formal.

Si el país crece al 5%, la informalidad puede reducirse, y la apuesta debe centrarse en el crecimiento de la riqueza de los hogares antes que en el aumento de impuestos. No podemos seguir abordando los problemas actuales con propuestas de hace 40 años. Es urgente salirnos de los esquemas tradicionales y abrazar la innovación. Vengo del mundo tecnológico, donde se plantean soluciones distintas, y creo que debemos afrontar este desafío con visión histórica y económica.

¿El país crece?

Yo definitivamente creo que el país está estancado. Por tal motivo, después de este gobierno hay que empezar una reconstrucción económica, moral y física del país, pero ni con motosierra ni con frases vacías. Colombia necesita crecer al 5% o el colapso fiscal será inevitable, y yo tengo unas formas, que no son copiadas de gobernantes de la región que hoy en día son muy populares, sino que parten de un análisis con expertos en la materia.

¿Qué propone?

Yo no vengo a hablar copiando discursos o a inventar asesores, simplemente propongo ser consecuentes con la realidad colombiana. En ese sentido, hay que congelar el Presupuesto Nacional y eso implica, dentro de los márgenes, recortar gasto burocrático porque el gasto actual no nos está dejando construir carreteras, ni hospitales, ni mucho menos infraestructura.

Hay que trabajar con lo que hay, ni un peso más, ni un impuesto más. Hay que entender que la realidad económica del país es distinta y por eso hay que cambiar la estructura del presupuesto para atacar esa inflexibilidad que tiene. Pero también apostando a un renacimiento industrial colombiano.

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