Cabal y Farah nos llenaron de orgullo el sábado pasado con el gran partidazo que jugaron, seguido, explotaron las redes no solo con felicitaciones sino con fotos e historias de cómo llegaron a ser campeones, es impresionante e inspiradora. Y aunque suene a cliché, lo que se quiere con el corazón y se hace con disciplina, se alcanza. Para la muestra dos botones: Cabal y Farah.
Juan Sebastián Cabal y Robert Farah se conocieron cuando el primero tenía 6 años y el segundo 5 años. Jugaban en las canchas del club Tequendama en Cali. Ahí eran rivales de juego, pero amigos fuera de las canchas. Con tan solo 12 años de edad tuvieron su primera competencia como dobles en los Juegos Nacionales de Medellín. Empezaron alcanzar triunfos y siguieron jugaron hasta los 19 años, cuando Robert Farah se fue a EE.UU. a estudiar economía y Cabal empezó a jugar como individual.
En el 2004, Cabal sufrió una lesión en la rodilla izquierda y le informaron que no podía volver a jugar tenis. Con su lesión tuvo un largo proceso de casi 2 años y medio en los que no pudo jugar. Mientas tanto, Farah regresaba a las canchas y ganó el NCAA Championship en 2008 que lo impulsó a seguir, volvía a su pasión: el tenis profesional. Farah también tuvo una lesión en la muñeca, sin embargo, no fue tan difícil de superar como la de Cabal.
En 2011, con el visto bueno del médico de Cabal, decidieron volver a jugar juntos, y desde ahí viene la historia que más conócenos: ganaron el ATP 500 de Río de Janeiro 2014, el ATP 250 de Buenos Aires 2015, ATP 250 Niza 2016 y ATP 250 Múnich 2017, entre otros muchos más. En 2018, la dupla ganó el Master 1000 de Roma, que también jugó y ganó este año y por supuesto, el sábado ganaron el Grand Slam de Wimbledon.
En algún momento de sus vidas parecía que todo había terminado en el tenis para cada uno de ellos. Emprendieron nuevos caminos o las lesiones parecían ponerles obstáculos para no seguir construyendo su carrera, pero ellos jamás se olvidaron de ella. Paso a paso, escalón por escalón, peldaño por peldaño, alcanzaron lo que querían porque era lo que soñaban y anhelaban. Sin afanes, sin precipitaciones, sin saltarse a nadie: los triunfos no siempre se cosechan de un día para otro, algunas veces hay que esperar, parar e incluso, fallar.
Al fracaso y a los cambios no hay que tenerles miedo. Las historias de quienes crearon las empresas más importantes hoy en día están llenas de historias de fracaso y de cambios, y hay que empezar a incluir estas dos etapas dentro de la cadena de incubación de cualquier idea, proyecto o negocio. No hay que sentir ni pena, ni vergüenza por fallar, lo importantes es reorientar y con disciplina alcanzar.
Las cosas no son ni para ya, ni para cuando nosotros queramos sino para cuando es el momento de madurez indicado para que se den. En Colombia, además, lastimosamente el narcotráfico nos permeo los tejidos sociales, e instauro una cultura mafiosa de dinero y éxito rápido que cada vez nos hace más daño. Lo que llega rápido, rápido se va. Ni la plata, ni éxito fácil tiene mérito, ni es inspirador, ni es ejemplo, ni es digno de admirar. Y eso es algo que la era de la inmediatez nos está quitando: el valor del merito.
Gracias a Cabal y Farah por darnos orgullo y llenarnos de alegría, pero más que eso felicitaciones porque eligieron el camino correcto y hoy, por eso, son inspiradores para todos, porque todo el merito de su triunfo proviene de la disciplina. Gracias por su ejemplo.