Respetados candidatos y candidatas a ediles liberales de las 20 localidades de Bogotá.
Honorables miembros y directivas del Partido Liberal Colombiano.
Ciudadanos.
Buenas tardes:
Hace más de 4 años ya, que llegó a su fin uno de los gobiernos peor recordados en la memoria de Bogotá. En medio de una de las mayores crisis de legitimidad de la historia urbana, Samuel Moreno salió del Palacio Liévano dejando una ciudad desoladora. Entonces, siete de cada diez habitantes asegurábamos que la ciudad iba por mal camino, que no era grata para vivir, que iba a ser imposible de recuperar.
Recuerdo que esa fue una época marcada por el invierno. La Semana Santa de 2011 estuvo pasada por agua, por inundaciones y por cierres de vías que impedían la entrada y la salida a Bogotá. La esperanza en un futuro era cada vez más débil, más corta.
Pero hoy, en mayo de 2014, todo es diferente. Nuestras calles están llenas de luz y sol. Las encuestas dicen que los bogotanos recuperamos el optimismo. En el mundo, los urbanistas más prestigiosos reconocen a Bogotá como un modelo de cambio y el gobierno distrital es ejemplo de transparencia. Los planes turísticos para visitar la ciudad son cada vez más exitosos. Las calles están repletas de hombres, mujeres y niños que no tienen miedo, que caminan libres, tranquilos. La ciudad se mueve a la velocidad de estos tiempos. Es segura. Es ágil. Es nueva. Es otra.
Y todo por cuenta de que el 30 de octubre de 2011 millones de bogotanos tomaron una decisión acertada: elegir un gobierno en el que ustedes y yo, conjuntamente, le apostamos con seriedad y eficiencia a sacar a la ciudad del hueco en el que se encontraba. Ciento ochenta y cuatro ediles liberales, sumados a un gobierno distrital técnico y profesional, conformamos el equipo que logró el cambio.
Durante estos cuatro años hemos demostrado lo importante que es el trabajo desde la base. Ninguno de nosotros salió elegido por tener un apellido privilegiado, ni por haber sido hijo del poder. Los bogotanos valoraron en las urnas un hecho claro: ustedes y yo somos hijos de un barrio, de una localidad, empezamos nuestra carrera de servicio por los demás desde la base. El mío es un buen ejemplo: empecé, como todos ustedes, siendo líder cívico. A mis 22 años fui edil de Chapinero, luego fui elegido dos veces concejal y una representante a la Cámara. Llegué a la Alcaldía a punta de trabajo barrial: untándome, en compañía de los liberales, de los bogotanos, de los candidatos a ediles, las botas de ese inolvidable invierno.
Pero tengo otros recuerdos de esa campaña de 2011. Mientras algunos buscaron llegar a la alcaldía haciendo política a control remoto desde Boston, Dubái o Curitiba, nosotros estuvimos todos los días en los barrios y con la gente, oyendo sus necesidades de primera mano. Mientras otros llegaban a Bogotá como paracaidistas, cuando se acercaba el período electoral, ustedes y yo –nosotros—, completábamos años de trabajo ininterrumpido recorriendo las 20 localidades y los 2800 barrios de la ciudad.
Nuestra participación en el cambio de esta ciudad no se debió sólo a nuestra trayectoria. Logramos transformarla, porque teníamos claro cuál era el rumbo. Con anticipación, y el mejor de los equipos, trazamos las metas, superamos los paradigmas, nos le medimos a la innovación, miramos hacia adelante y definimos cómo construir una nueva Bogotá, en la que la desesperanza fuera derrotada por la vida. Esa era nuestra prioridad.
Así, hoy, en 2014, los ciudadanos pueden caminar por las calles con tranquilidad. Pasamos de tener 5 atracos callejeros anuales por cada diez habitantes, a no tener ninguno; acabamos con el fleteo; desmantelamos las principales redes del micro tráfico y, desde 2011 hasta ahora, la tasa de homicidios pasó de 23 a 13 por cien mil habitantes, la más baja en la historia.
Las medidas que tomamos, en compañía de ustedes, señores ediles y señoras edilesas, fueron contundentes. Desde el gobierno distrital capacitamos y profesionalizamos a la policía metropolitana y la convertimos en una fuerza élite y profesional. Suscribimos convenios con las mejores universidades de la ciudad para retomar los programas de especialización y diplomados en temas tales como la inteligencia estratégica, seguridad urbana, análisis de datos y gestión de la seguridad. La posibilidad de acceso a estos programas se otorgó como beneficio a los policías mejores calificados. Durante nuestra administración se capacitaron en educación superior de alto nivel, a cuatro mil miembros de la fuerza pública.
En la Bogotá de hoy la gente duerme tranquila. Pusimos a andar eficientemente la línea 123, abandonada por las administraciones del pasado, y reforzamos y consolidamos el esquema de seguridad ciudadana por cuadrantes. Hoy, después de serias campañas de socialización, los bogotanos saben a quién llamar y cómo hacer las denuncias. En Chapinero, las Cruces, Paloquemao, el barrio Santa Fe, Corabastos, la primero de mayo, Santa Cecilia, el Rincón, los buses de esta ciudad, entre muchos otros lugares, desterramos al miedo.
Pero la gran revolución la logramos con la decisión de poner en marcha la jornada escolar única en colegios distritales. Logramos que niños de todos los niveles socioeconómicos pudieran pasar, como sucede en los países industrializados, más tiempo en la escuela. La jornada escolar única fue nuestra apuesta para alejar la violencia, las drogas y el maltrato de los colegios. Así mismo, para incentivar en la comunidad educativa el uso saludable y creativo del tiempo libre en actividades lúdicas, deportivas, culturales y artísticas. ¡Y no dejamos de lado los maestros!. ¡Después de años de reivindicaciones, logramos hacer convenios con la nación y el sector privado para cualificarlos y mejorar sus condiciones salariales para que pudieran educar a nuestros niños tiempo completo!.
Por supuesto, nuestra visión de cambio trasciende las formas tradicionales de educación. Hoy podemos hablar de una Bogotá digital, tecnológica, en la que el acceso a nuevas formas y conocimiento y comunicación con el mundo es verdaderamente democrático. La cobertura de Internet es total y gratuita y reivindicamos los salones comunales como los espacios privilegiados de reunión y ejercicio de la ciudadanía. ¡Hoy todos ellos son interactivos!
En el tema de movilidad también tomamos decisiones radicales. Con estudios serios y responsables, definimos el trazado y los avances de obra en la primera línea del metro por el occidente. Con el mismo impulso, demostramos que las políticas restrictivas de los alcaldes del pasado habían fracasado: gradualmente desmontamos el pico y placa diario –que además de incentivar la entrada de miles de carros a la ciudad, limitaba nuestras posibilidades laborales—, e hicimos evidente que lo que Bogotá necesitaba era construir y no restringir. ¡Sí, señoras y señores! ¡Ediles! ¡Ex alcaldes! ¡Expertos!:
Demostramos que una política de movilidad seria tiene que ir mucho más allá de declarar al carro el principal enemigo. ¡La adecuada implementación del sistema integrado de transporte masivo; la puesta en marcha de una moderna central de control de tráfico; la semaforización adecuada y sistematizada; y la construcción de infraestructura y autopistas urbanas son algunas de las decisiones que tomamos y que eran inaplazables! Hoy, cumplimos el sueño del cambio en movilidad: ¡La nueva Bogotá se mueve a la velocidad de nuestros tiempos!
Y nuestro sueño también está acompañado de políticas culturales y deportivas. Demolimos el Coliseo El Campín, y en su lugar tenemos una gran arena deportiva y un espacio en el cual podemos disfrutar de los más maravillosos espectáculos que hacen de nuestra ciudad parte de esta gran aldea global. Fortalecimos el Sistema Distrital de Cultura y ya no estamos rezagados en esa materia. Y en deporte, ¡ni se diga!, nuestras delegaciones se lucen en las grandes competencias mundiales. Nuestros niños y niñas pueden e ejercitarse, jugar y ser felices en espacios de primera calidad. Vamos para adelante. Cientos de niños juegan hoy fútbol en más de 200 canchas sintéticas que hay por toda Bogotá. Hasta el clima dejó de ser disculpa para no gozar la ciudad y darles una mejor infancia. Así es: ¡en la nueva Bogotá ya no hay disculpas para nada!. Mucho menos para la transparencia: nuestra ciudad es sana financieramente, los líos de la corrupción, los escándalos de la nulepolítica, los carteles de la contratación, son cosas del pasado. Con ustedes, llevamos casi cuatro años rindiendo cuentas a los ciudadanos una vez al mes. Demostramos que esta nueva generación de ediles y un gabinete renovado y eficiente, podían comprometerse de lleno con la transparencia, con la moralidad pública, con el cuidado de los recursos que le pertenecen a todos los bogotanos.
Con esa misma transparencia cambiamos el ambiente de nuestra ciudad. La nueva Bogotá es sostenible, la calidad del aire es renovada, los muros no están llenos de afiches ilegales, se acabaron los pasacalles. En fín, requeríamos de autoridades ambientales fuertes y de un esquema descentralizado que funcionara. Contrario a lo que pensaban muchos, reivindicamos las autoridades locales y demostramos ¡cuán importante es el papel de los ediles!.
Podría pasarme horas y horas contando todo lo que hemos hecho entre el día que ustedes y yo fuimos elegidos el 30 de octubre de 2011 y hoy, en pleno mayo de 2014. Pero solo hice un resumen, en el que invertí toda mi capacidad de soñar.
La misma capacidad con que, desde hace 16 años, cuando fui elegido e
dil de chapinero en representación del partido liberal, soñé algún día gobernar esta ciudad. Entonces, como ahora, también espero que nuestro partido elija la mayor cantidad de ediles posible. ¡Y así será!
Hoy todos gobernamos con un Partido Liberal que, contra viento y marea, hoy tenemos un Partido Liberal unido y fuerte. Que aumentó su representación en el Congreso el año pasado, a pesar de no haber estado en el gobierno. Que hoy lidera la agenda legislativa en el Congreso, con la Ley de Víctimas, la Ley del Primer Empleo y la Ley de Tierras, entre otras. ¡Que el 29 de mayo, y por primera vez, conformará democráticamente sus listas a las Juntas Administradoras Locales y que el 30 de octubre va a recuperar, después de 16 años, la Alcaldía Mayor de Bogotá!
Hace 36 años tengo un sueño. Sueño con una Bogotá prospera, moderna y feliz. Una ciudad con muchos futuros. Que respete a todos. Que incluya a todos. Donde todos vayamos por el mismo camino. Una Bogotá que se mueva a la velocidad de estos tiempos. Donde la gente duerma tranquila y se levante feliz.Y hoy, liberales, ustedes y yo, estamos muy cerca de hacer realidad ese sueño. Si todos soñamos la misma ciudad, sin duda nos encontraremos y en cuatro años podremos decir, victoriosos, que ustedes y yo hicimos de Bogotá la nueva ciudad.
¡Vamos con toda a ese proceso que hoy, mira hacia las elecciones que ustedes protagonizarán 29 de mayo y que juntos lideraremos el 30 de octubre!.
Buenas tardes.